Ultramarina consiste en una serie de antologías de poetas españoles y americanos cuya particularidad es que todos los poemas fueron elegidos por ellos mismos.
El primer autor de la colección es el poeta Miguel Casado, quien realizó la selección de poemas que integran Allí donde nombraste la estepa. En los próximos meses habrá nuevos libros y nuevos poetas.
Hoy compartimos con ustedes la descripción de la trayectoria de Casado que realizó el coordinador de Ultramarina, Federico de Arce.
Miguel Casado o La poesía como pensamiento
Allí donde nombraste la estepa es el nombre que Miguel Casado (Valladolid, 1954) ha elegido como título de esta antología personal con la que iniciamos la colección Ultramarina, de Mochuelo Libros. Inventario (Premio Hiperión 1987), Falso movimiento, La mujer automática, Tienda de fieltro, títulos de los libros aquí recogidos, así como algunos otros de sus libros de ensayo, Del caminar sobre el hielo o La experiencia de lo extranjero, declaran la voluntad de un pensamiento nómada que no se deja fijar en fórmulas, dogmas, consignas, métodos u otras formas de aniquilar la realidad. Queda fuera de esta selección el poemario El sentimiento de la vista, publicado en el año 2016, demasiado reciente como para ser releído. La realidad que reside en la mirada como sustancia del desasosiego de un yo personal y poético que se sabe pasajero es el núcleo de la extensa obra de Miguel Casado como poeta, crítico literario, traductor y pensador.
Sería difícil que cupiesen aquí los nombres de todos los poetas sobre los que ha pensado. Quizás haya sido el que más y mejor haya leído poesía entre nosotros. Con la obra de Antonio Gamoneda y José Miguel Ullán, su escritura ha entablado el diálogo más lúcido en español sobre el pensamiento poético en los últimos años. Pero no quiero olvidarme de Vicente Núñez o Luis Feria. Ni de Pessoa.
Ha traducido del francés a poetas como Verlaine, Mallarmé, San Geroteo, Francis Ponge o Bernal Noël. También a Rimbaud, de quien proviene la cita Literalmente y en todos los sentidos, con la que tituló su trabajo sobre la poesía de Roberto Bolaño, y que puede ser el lema que mejor explique su forma de leer como crítico, atendiendo a lo que el texto dice antes de lo que puede decir y señalando el proceso de pérdida de realidad en la poesía moderna iniciado con los poetas simbolistas franceses, con la excepción de Rimbaud. También como traductor, al tratar de decir en otra lengua –el poeta siempre escribe en una lengua extranjera- lo que en la suya dijo el poeta, traduce literalmente y en todos los sentidos. El título del ensayo La experiencia de lo extranjero resume lo que vengo diciendo.
Su poesía quizás sea la mejor expresión de lo que como crítico ha llamado deseo de realidad. Escrita en en un tono medio, el de la vida, que en palabras del crítico Eduardo Milán hay que tratar de no traicionar, la poesía de Miguel atiende a lo cotidiano. No hay temas concretos, sino un trabajo en la lengua que hace camino. Películas y lecturas se mezclan con los paisajes del campo o de la ciudad, con diálogos escuchados o el flujo de la conciencia propia, y los poemas no son otra cosa que la reconstrucción interior de ese espacio vital. No puedo evitar la sensación / de que paseo por un espacio escrito, / de que he ido haciendo historia / de estas cosas y ahora me miran como un lugar interior. (…) / Atiendo a si todo eso enmudece, atiendo a lo que dice cuando habla. Escritura / produce escritura, traza aceras / en medio de la vida.
Escribe Miguel Casado sin otro estímulo que el lema heredado de Rimbaud changer la vie, cambiar la vida. Su último libro de ensayo publicado en España se titula Un discurso republicano. En un poema memorable de Tienda de fieltro, Taller del moro, leemos: La poesía –dijo Schlegel– es un discurso / republicano, se otorga a sí misma / ley, todas sus partes son libres / para buscar su acuerdo. Al ir haciendo una lengua nueva dentro de la lengua natural, la poesía es en sí misma política, crítica. Con ese extrañamiento quiere el poeta que las palabras hagan lo que no pueden hacer. De esa tensión utópica nace ese fracaso que llamamos poema. Pero la palabra sabe.
En Toledo, viernes, 15 de noviembre de 2019.
Federico de Arce