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  • Tomás García Lavín

Talud del mar que reflejara todo: acerca de los versos de Aleisa Ribalta


Ekelecuá Ediciones, 2018 / web: http://ekelecuaediciones.com/

Talús / Talud. Leiden: Bokeh (catalán-castellano)

I

Estamos ante un libro que podría aparecérsenos pequeño y personal; tan personal que no lo podría haber escrito otra persona que no fuera Aleisa Ribalta Guzmán, tan pequeño que se lo podría leer en menos de una hora.

Ambas impresiones llevarían al lector a concluir una verdad a medias; una verdad desalmada que se erige, como tantas cosas en esta época, en veloces impresiones especializadas en el arte de no profundizar. Desde tales atalayas resulta imposible reconocer al árbol de la vida de los nórdicos en el huerto de nuestros antepasados.

II

Nuestros antepasados, “fatuos anteproyectos de la nada”. Nosotros, más o menos lo mismo. Sólo que solemos creer otra cosa,

quizás basados en aquél tipo de impresiones; aquellas que, aunque yermas, parecen pretender alimentar sociedades.

En Cuba, tierra poco yerma, Linneo hoy mismo tendría mucho trabajo. Allí come alguien, y mucha gente más, anones nacidos del fresno Yggdrasil, que echó raíces en el lugar donde sólo se puede llegar con la guía que tiene en la memoria Aleisa.

III

En Cuba, como en todos lados, el reinado de la Ciencia tendrá lugar si no despoja de sus dominios al saber ancestral; mientras tanto, prima la elevada tensión. En un hasta hoy desconocido para mí Juan Tomás Roig se creó un mapa tan armonioso que bajo el mítico guayacán de sus territorios se sentaban a comer frutas y teorías un catedrático y un chamán. Y jamás discutieron. O, al menos, eso parece sugerir quien supiera contar la valía de una vida en cuatro líneas.

IV

En el pequeño libro la autora dice mucho, pero, más allá de eso, propone, acaso como el abuelo que sembrara la primera semilla, vivir y pensar con su versátil manera de usar el ojo y el idioma para recordar. Y, también, para aceptar, con una digna sonrisa, que danzamos, danzamos, danzamos… en un anónimo todo “hecho pedazos” que, probablemente, tenga por destino descansar, ya hecho partículas (¡casi nada!), despeñadas más allá y más abajo del profundo y oscuro Talud.


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