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Paracelso, El libro de la revelación de Hermes. Extractos

Actualizado: 11 ene 2023

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Del prólogo Paracelso, el paraíso oculto inmediato de Tomás García Lavín

"Lamentaba Zweig, a principios del siglo XX, la impiedad del conocimiento monopolizado por la necesidad de demostración; y, empático, parece sufrir el mismo desarraigo espiritual que el entorno provocase en Mesmer -y en Paracelso-:

En una época tan arrogante e impía, que idolatra su propia y jactanciosa ratio, aparece de improviso un hombre que afirma que nuestro universo no es en absoluto un espacio vacío e inanimado, una nada muerta, apática, alrededor del hombre, sino algo constantemente penetrado por ondas invisibles, inexplicables y sólo perceptibles por el alma, por misteriosas corrientes y tensiones que entran en contacto y se estimulan mutuamente en un intercambio constante, de alma a alma, de sentido a sentido. Inexplicable y por hoy sin nombre, quizás esa misma fuerza que irradia de estrella a estrella y guía a los hipersomnes a la luz de la luna, ese fluido desconocido, esa materia universal, pueda transmitirse de hombre a hombre, producir cambios en las enfermedades del alma y del cuerpo y restablecer así la suprema armonía que llamamos salud. Dónde radica

esta fuerza primitiva, cuál es su verdadero nombre, su verdadera naturaleza, son cuestiones

a las que él, Franz Anton Mesmer, no puede, ciertamente, dar una respuesta definitiva; de momento llama a esa materia activa, ex analogia, magnetismo. Pero pide a los académicos, insta a los profesores a que experimenten por sí mismos los sorprendentes efectos que produce este tratamiento (…) Aquel fluido, aquella fuerza de transmisión simpatética, cuya naturaleza no se puede explicar con claridad (¡esto ya es sospechoso!), no se encuentra en el compendio de todos los oráculos, en el diccionario filosófico, y, por consiguiente, no puede existir. Los fenómenos que Mesmer presenta no parecen explicables por la razón pura. Por lo tanto, no existen.

El libro de la Revelación de Hermes parece escrito por la fe, no por un cansado reportero

de las intenciones libertarias como fuera un Stefan Zweig que sabía que todo lo que él quería para el mundo estaba en peligro."



De El libro de las Revelación de Hermes, Acerca del Supremo Secreto del Mundo de Paracelso

Lo Uno

"Hermes, Platón, Aristóteles y algunos otros filósofos -que prosperaron en momentos diferentes- son quienes han introducido las Artes; quienes más especialmente han explorado en los secretos de la creación inferior; y todos ellos han buscado denodadamente

medios para la preservación del cuerpo humano ante la decadencia, y para dotarlo de inmortalidad.

A ellos les fue respondido que no existe nada que pueda liberar al cuerpo mortal de la

muerte, pero, a su vez, que existe una Cosa que es capaz de posponer la decadencia, renovar la juventud y así prolongar la brevedad de la vida humana –como sucediera con

los Patriarcas de la Biblia-. Porque la muerte fue dada como un castigo a nuestros padres,

Adán y Eva, y nunca podrá ser evadida por sus descendientes.

Por lo tanto, los filósofos arriba mencionados han buscado con mucho esfuerzo esa Cosa Única que preserva al que preserva al cuerpo humano de la corrupción y prolonga la vida; que se comporta, respecto de otros elementos, como si proviniera de los Cielos (pues entienden que los Cielos son una sustancia superior a los Cuatro Elementos)."


(...)


"Cuando los filósofos lo han descubierto, con gran diligencia y trabajo, de inmediato se ocuparon de ocultarlo bajo un lenguaje extraño y recurriendo a parábolas, para que no fuera conocido inmerecidamente y así las “perlas” no fueran dadas a los cerdos. Porque si cada uno lo conociera todo trabajo e industria cesarían. El Hombre no desearía nada más que esa Cosa Única; la gente viviría maliciosamente, y el mundo se arruinaría con tanta avaricia y superficialidad, llegando incluso a provocar a Dios. Porque ningún ojo vio, ni oído alguno escuchó, ni hubo corazón humano que entendiera lo que el Cielo ha incorporado naturalmente con este Espíritu.

De este modo, en Honor de Dios, he enumerado alguna de las cualidades de este Espíritu

al cual el pío debe, con reverencia, alabar en Sus dones (dones de Dios que podrán luego llegar a ellos); y a continuación voy a demostrar qué virtudes y poderes le otorga a cada cosa, aún en su apariencia exterior, para que pueda ser mejor reconocido."


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