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William Morris, Lo bueno, lo Ăștil y lo bello. Extractos del libro

  • Mochuelo Libros
  • 8 ene 2023
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 11 ene 2023

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Del prĂłlogo William Morris o el hombre Ăștil de TomĂĄs GarcĂ­a LavĂ­n

"... Por eso, quizĂĄs valga y, de alguna manera baste, decir que William Morris fue William Morris; algo irrepetible, en el sentido menos banal de la singularidad de cada ser humano.

Para entenderlo no hay que ir demasiado lejos: sus teorĂ­as, expresadas sin circunloquio cientĂ­fico y con la voz de quien habla con el asidero de haber visto, nos dicen por quĂ© ese niño nacido entre la Naturaleza y una madura RevoluciĂłn Industrial, se convirtiĂł en un patrimonio cultural; que cuando dejĂł de ser carne y hueso, permaneciĂł como una voluntad que, cada tanto, resuena en cierta gente cuando cree que su vida podrĂ­a ser mĂĄs Ăștil. Siguiendo sus escritos, podrĂ­amos decir que esa energĂ­a vital que todos tenemos, en su caso supo ser canalizada hacia la acciĂłn. Y, simultĂĄneamente, hacia el respeto al prĂłjimo: a los antiguos, a sus contemporĂĄneos, al futuro que es este hoy tanto como lo serĂĄ aquĂ©l mañana. ÂżPor quĂ© respeto?

La palabra no es hermosa pero sĂ­ suficiente; quien apunta a hacer cosas bellas, se respeta a sĂ­ mismo. Quien las da a conocer, hace lo propio con los demĂĄs. A partir de ahĂ­ se completa el cĂ­rculo de lo que llamamos la creaciĂłn artĂ­stica.

Morris nos suplica que hagamos lo que nos interesa. Él creĂł el movimiento Arts & Crafts, revalorizando saberes burdamente olvidados. Y por eso se lo recuerda, sobre todo. Pero ese no era exactamente su fin, su objetivo vital. Se trata sĂłlo de una consecuencia; de la materializaciĂłn de su genio y sus valores. Pudo haber creado una Academia de Poetas Noveles, para que los oficinistas maticen su cenicienta burocracia pensado en rimas sobre una o mil lunas. De haberlo hecho, William Morris no habrĂ­a sido otro que el que fue; es que siempre habrĂ­a sido Ă©l. Es el hombre el que hace a la obra, cuidado con cĂłmo recordamos."


De la biografĂ­a William Morris: artesano socialista de George Holbrook Jackson:

"Las cosas hermosas que hizo estĂĄn ocupando su merecido espacio en la vida de mucha gente, y se nos aparecen como ejemplos de un nuevo orden social. Ahora se entiende con mayor claridad que aquellos no eran productos acordes a una moda, juguetes o baratijas para ricos u holgazanes; que no se trataba de “ejemplares Ășnicos” para expertos y coleccionistas, sino que estaban destinados a ser los objetos comunes de uso diario tras

el cambio en el que tanto confiaba; soñaba con la llegada de ese momento en el que pudieran estar a disposición de todos, siendo las consecuencias naturales del trabajo realizado entre compañeros y con felicidad. Si William Morris resiste por alguna idea, ha de ser por esa; y las generaciones venideras podrån recoger la fortaleza y la inspiración de su vida, de cómo sólo él pudo cumplir su ideal de relación orgånica entre el arte y la conducta."


Del ensayo William Morris y su Escuela de Gilbert Keith Chesterton:

"Poeta de la niñez de las Naciones, artesano en las nuevas rectitudes del arte, profeta de una vida mås sabia; mås feliz. Su sanguíneo entusiasmo serå recordado cuando la vida humana haya aceptado una vez mås los vistosos colores; demostrando que el triste y verdoso gris del ocaso estético en el que vivimos no es, a pesar de todo pesimismo, cano como la muerte, sino grisåceo como la alborada."


De la conferencia de William Morris titulada Los propĂłsitos del arte:

"Y ahora debo decir, o haber dicho, algo sobre la idea de la igualdad; y recordarles que, al menos en ese aspecto, todos somos esclavos de la maquinaria, y que para algunos hombres lo que digo carece de sentido metafórico: se trata justamente de los trabajadores, de quienes las artes dependen. El sistema necesita mantenerlos en sus puestos de clases inferiores, tendiendo a convertirlos en måquinas, o bien, en sirvientes de éstas. Pero

en ningĂșn caso podrĂĄn involucrarse en lo que estĂĄn haciendo. Mientras que para sus empleadores son parte del taller, ellos se reconocen como proletarios: seres humanos que trabajan para vivir. Mientras que podrĂ­an vivir para trabajar, cumpliendo con su rol de artesanos, de hacedores de lo que su voluntad disponga.

Aceptando el riesgo de poder ser acusado de sentimentalismo, debo decir que en la medida en que la producción de objetos artísticos se sustente en la esclavitud, éstos, como mínimo, no serån mås que una farsa imbécil; una carga impuesta al trabajo por el mås desolado utilitarismo.

ÂżAcaso les parezco tan meramente sentimental? Bastante, me parece. Bueno, es lo que nos pasa a quienes hemos aprendido cĂłmo se relaciona la presente decadencia en las artes con el esclavismo industrial y que, a pesar de ello, aspiramos a que esas artes tengan futuro. LlegarĂĄ ese dĂ­a en que los hombres arrojen el yugo, rehusĂĄndose a aceptar la forzada

coacción del mercado de apuestas; aquél que los conmina a dilapidar unas vidas, en un esfuerzo tan desesperanzado como interminable. Y cuando suceda, sus instintivos afectos por la imaginación y la belleza también serån liberados. Así, producirån arte de acuerdo a esas necesidades. ¿Y quién sabe si no terminaran superando las artes del pasado, haciendo quedar nuestras producciones como las pobres reliquias de la Era del Comercio?"


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